Está mi recamara desordenada,
los libros de todos tamaños inclinados
viéndome todos y cada uno de ellos por sus lomos.
También están las máscaras de cerámica que mientras no duermo
imagino que las quiebro contra la pared
y luego con la misma fuerza también
me quiebro la cara.
No podría dejar de estar sola
porque soy una avería en el espacio de coincidencia,
sincronía desfasada;
y también una mal agradecida de mierda
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