Eres lejanía de luz
mareas de figuras oníricas,
quimeras transformadas
en granos de arena,
que se encajan en los poros de la piel.
Se abren las fauces del corazón
con el tacto de tus manos
que danzan como cuerpos ajenos a ti.
y es que eres también cuerpo ausente
que se alivia con los vislumbres de tu voz
dejando ver al niño que llora y
juega a morirse con las cuerdas de tu garganta.
Yo soy la muerte pequeña
aferrada a la tristeza que me rompe
una y mil veces me rompe la vida
cenizas de incendios,
lienzo de piel apenas con un suspiro
que añora, desea y necesita,
un fragmento de la noche.
Somos tanto y tan poco
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