Ciudad de muertos
Andábamos cuando niños
bajo la lluvia inocentes,
jugábamos a bañarnos en ríos de alegría
Hoy no danzamos más a la lluvia,
ahora lava sangre de las banquetas
como señora que se mortifica
y también con nostalgia, purifica.
Vemos los estrobos latiendo
con furiosa prisa.
Crecen los pastos,
la maleza con sus flores y sus piedras,
También crecen muertos
con ostentosos crucifijos
que prometen regresar a la cena familiar.
Son los muertos estrellas de inframundo,
nos dejan pasmados y
nauseabundos
padeciendo temor de ser muerte y ser sombra,
Llegan los vivos a colorear los suburbios de
Cuidad muerte,
fantasmas mudos recorren las calles,
lamentos caen como llovizna
a la vez que el silencio gris
anuncia la tempestad de las larvas
guardadas en los lagrimales de tristes espectadores,
trágico pero no eterno.
Llega semefo y levanta al muerto,
parece recién exorcizado,
duerme con aterradora placidez
le cubren con la bolsa negro infinito,
el vasto universo de hule y placenta divina
la cierran como herida por la que
gota a gota Dios se desangra.
Nosotros acá,
al fin
olvidamos que también nos vamos a morir.
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